MANUEL DE SUMAYA (1680 – 1756)

Una vez sacerdote, el maestro Antonio de Salazar me examinó como músico, y con el tiempo, cuando su salud no le permitió cumplir con todas las obligaciones de maestro de capilla me pidió que fuera su ayudante. Juntos compusimos algunas piezas, lo cual fue un gran honor para mi. En esa época escribí la primera ópera de México y del continente americano, la compuse para la llegada del nuevo virrey Fernando de Alencastre, Duque de Linares en 1711. La ópera se llamó La parténope. Gracias a esta obra me dieron el título de organista principal de la catedral.
La salud de mi maestro se fue deteriorando por lo que eligieron un nuevo maestro de capilla de la Catedral de México. Concursé y la convocatoria tenía varias pruebas, pero la más difícil consistía en componer la música de un texto en menos de 24 horas. Así escribí el Sol Fa de Pedro que toqué para el público invitado, las autoridades de la Catedral, los músicos que estarían bajo mi guía y los otros concursantes. El 17 de junio de 1715 me anunciaron que era el ganador.
Como maestro de capilla me tocaba dar clases de coral a los niños, dirigir y coordinar la música de la Catedral, así como componer nuevas piezas para diferentes actos como Navidad y Corpus Cristi. También escribía música profana, es decir, para cantarse y tocarse fuera de la iglesia como los villancicos y cantatas.
Durante el tiempo que estuve como maestro de capilla quise aumentar en cantidad y variedad los instrumentos de la Catedral para darle más color a las composiciones. Para 1734 ya teníamos: violines, violas, trompas, clarines, bajones, bajoncillos y otros instrumentos de viento.
Cuando cumplí 60 años, muchísimos años para esa época, me fui a vivir a Oaxaca porque a mi gran amigo Tomás Montaño lo nombraron obispo de esa ciudad. Muy a pesar de las autoridades de la Catedral de México dejé mi cargo. Aún después de muerto Tomás permanecí en Oaxaca hasta mi fallecimiento, en 1756, a los 72 años.
Escucha algunas de mis composiciones: