Conoce a detalle algunas de las películas más exitosas musicalizadas por nuestros compositores mexicanos.
Sobre las dos primeras cintas Redes y La noche de los mayas, se puede decir que han logrado sobrevivir independientemente de su contexto cinematográfico, pues sendas suites sinfónicas han sido preparadas para su integración en las salas de concierto. La misma suerte ha corrido la música que hizo para el cortometraje realizado para celebrar la construcción de la vía Fuentes Brotantes-Puerto Peñasco-Santa Ana, Ferrocarriles de Baja California (1938) que en la salas de concierto se convirtió en Música para charlar. Otros filmes con música de Revueltas son: La bestia negra (1938), El indio (1938), El signo de la muerte (1939), ¡Que viene mi marido! (1940) y Los de abajo (1940).
Raúl Lavista, discípulo de Rolón, Revueltas y Ponce acaparó durante más de tres décadas la música incidental de nuestro país, constituyéndose como el más sólido exponente de este género. De una extensa filmografía de más de 300 películas en la que colaboró con los directores mexicanos más importantes, algunos de sus trabajos más conocidos son: Ahí esta el detalle (1940), Crepúsculo (1944) El hombre sin rostro (1950), Abismos de pasión (1953), El río y la muerte (1954), Tizoc (1956), El ángel exterminador (1962), El esqueleto de la Sra. Morales (1960) y uno de sus últimas participaciones Más negro que la noche (1975).
Otras intervenciones de músicos de concierto dentro del ámbito cinematográfico fueron: Julián Carrillo quién hizo la música para las apariciones de la virgen en el filme de Gabriel Soria La virgen morena (1942); Miguel Bernal Jiménez, quién escribió la música para dos cintas de Julio Bracho: Historia de un gran amor (1942) y La virgen que forjó una patria (1943) Rodolfo Halffter quién elaboró la música sobre temas de Gustavo Pittaluga para la cinta de Luis Buñel Los Olvidados (1950).
Tanto Joaquín Gutiérrez Heras en Pedro Páramo (1966) y Naufragio (1977), Carlos Jiménez Mabarak en Tiempo de morir (1965) y Veneno para las hadas (1984) y Manuel Enríquez en Los bienamados capítulo Tajimara(1965) tuvieron destacadas participaciones en la composición de música incidental en las últimas décadas del siglo pasado.