Historia de la música mexicana de concierto
Texto: José Antonio Robles Cahero
Entre las décadas de 1920 y 1950 surgieron otros estilos nacionalistas híbridos como el nacionalismo impresionista, presente en ciertas obras de Ponce, Rolón, Rafael J. Tello (1872-1946), Antonio Gomezanda (1894-1964) y Moncayo; el nacionalismo realista y expresionista de José Pomar (1880-1961), Chávez y de Silvestre Revueltas (1899-1940), y hasta un nacionalismo neoclásico practicado por Ponce, Chávez, Miguel Bernal Jiménez (1910-1956), Rodolfo Halffter (1900-1987) y Carlos Jiménez Mabarak (1916-1994). A fines de los años cincuenta se percibe un claro agotamiento de las distintas versiones del nacionalismo musical mexicano, debido en parte a la apertura y busqueda de los compositores hacia nuevas corrientes cosmopolitas, algunos de ellos educados en los Estados Unidos y en la Europa de la posguerra.
Aunque el nacionalismo musical predominó hasta la década de 1950 en América Latina, desde el inicio del siglo XX surgieron otras corrientes musicales, unas ajenas y otras cercanas a la estética nacionalista. Ciertos compositores se sintieron atraídos por estéticas musicales opuestas al nacionalismo, al reconocer que los estilos nacionalistas los condujeron por la ruta fácil de la expresión regionalista y los alejaron de las nuevas tendencias internacionales. Un caso único en México es el de Julián Carrillo (1875-1965), cuya extensa obra musical transitó de un impecable romanticismo germánico hacia el microtonalismo (sonidos inferiores al medio tono), y cuya teoría del Sonido 13 le ganó fama internacional. Otro caso especial es el de Carlos Chávez, quien después de abrazar el nacionalismo con fervor pasó el resto de su trayectoria como compositor ejerciendo, enseñando y difundiendo las más avanzadas corrientes de la música de vanguardia cosmopolita.
El (neo/post) romanticismo fue exitoso desde principios del siglo XX, al ser un estilo afortunado entre el gusto del público por su eficacia tonal y evocación sentimental, así como entre los compositores por su versatilidad hacia la mezcla estilística. Entre los primeros compositores neorrománticos del siglo (Tello, Carrasco, Carrillo, Ponce, Rolón, etc.), unos lo fueron durante toda su vida (Carrasco, Alfonso de Elías), otros dejaron de serlo más tarde (Carrillo, Rolón) y algunos buscaron la combinación de este estilo con otros recursos composicionales, ya sea nacionalistas, impresionistas o neoclasicistas (Tello, Ponce, Rolón, Huízar). La novedosa influencia francesa del impresionismo al comenzar el siglo (Ponce, Rolón, Gomezanda) dejó honda huella en la obra de algunos compositores (Moncayo, Contreras) hasta la década de los sesenta. Algo semejante ocurrió con otras dos corrientes que coexistieron con la anterior: el expresionismo (1920-1940), con su búsqueda de la intensidad expresiva más allá del equilibrio formal (Pomar, Chávez, Revueltas), y el neoclasicismo (1930-1950), con su retorno a las formas y géneros clásicos (Ponce, Chávez, Galindo, Bernal Jiménez, Halffter, Jiménez Mabarak). Todas estas corrientes permitieron a los compositores mexicanos del periodo 1910-1960 experimentar por los senderos del eclecticismo musical, hasta lograr una hibridez estilística que propició la coexistencia de identidades múltiples, los diversos rostros de nuestra música mexicana.