MARIANO ELÍZAGA (1786 -1842)

De chico me gustaba jugar con el teclado del monocordio -un antecedente del piano- también disfrutaba escuchando a mi padre tocar el instrumento para después imitar lo que había visto y oído. A los seis años ya era capaz de tocarlo, esto no era común entre los niños de mi edad, además decían que tenía un oído extraordinario; estas cualidades permitieron que saliera una nota en la Gaceta de México, uno de los periódicos más conocidos en la Nueva España. Gracias a esta noticia el virrey Revillagigedo, la más alta autoridad, se enteró y me mandó llamar a la ciudad de México para conocerme y hacerse cargo de mis estudios. Me inscribieron en una escuela de música, pero resultó que estaba más adelantado que mis compañeros por lo que sólo estuve un año. Regresé a mi ciudad natal para estudiar con José María Carrasco, quien había sido nombrado organista de la Catedral de Morelia a pesar de tener escasos catorce años. Al poco tiempo, dicen que estaba al nivel de mi maestro y me enviaron de nuevo a la ciudad de México para aprender con el maestro Soto Carrillo, quien también enseñó a José María. Después me nombraron segundo organista de la Catedral de Morelia. Ahí me hice famoso como músico y compositor.
Así llegó el 1810, el inicio de la guerra de Independencia que duró once años, fueron tiempos difíciles, pero la vida siguió. Terminada la guerra le escribí un himno a José María Morelos, ¡fue un éxito!