Núñez Montes Francisco

Francisco Núñez Montes nació el 14 de febrero de 1945 en La Piedad, Michoacán. A los cuatro años comenzó su educación musical en el coro de la iglesia. No sólo le gusta la música sino también la infinitud de sonidos con los que están hechas sus composiciones. A los once años ya era maestro de capilla y organista titular de una iglesia de Uruapan.

Hasta los años sesenta, en los pueblos de Michoacán como en gran parte del país, la iglesia se encargaba de la educación musical. En 1949, el maestro Romano Picutti, director de los Niños Cantores de Viena, aceptó la invitación del compositor Miguel Bernal Jiménez para enseñar al Coro de Infantes de la Catedral Metropolitana de Morelia, suceso que consolidó el arte vocal en nuestro país.

La formación y obra de Francisco Núñez provienen de esa época dorada del canto, el órgano y el piano en Michoacán. “La mayor parte de mis obras gira en torno a la palabra. La palabra, cuando es cantada, no es más que una suspensión de la misma en el tiempo y el espacio. Es la palabra la que da la libertad”, asegura.

El maestro Núñez creció en la música con figuras como Gerhart Muench, excelso pianista y compositor alemán radicado en Tacámbaro, Michoacán, quien lo acercó a repertorios entonces inaccesibles en México –aún hoy poco transitados---, como el de Alexander Scriabin, quien, de acuerdo con Francisco Núñez, es el músico más evolucionado del siglo XX, heredero de Frédéric Chopin y Franz Liszt.

Francisco Núñez estudió piano y composición en el Conservatorio Nacional de Música. En el recuento de sus guías destaca a Francisco Savín, Ernst Huber-Contwig, Ernst Röemer, León Barzin, Imre Hartmann y Georges Gaber. El Taller de Composición de Carlos Chávez, bajo la guía de Héctor Quintanar, le abrió las puertas a la creación: “Este taller fue uno de los más importantes del mundo desde el punto de vista de la enseñanza de la composición musical. Nos vinieron a dar clases los grandes exponentes de la música experimental, electroacústica, aleatoria y serial como el estadunidense Mario Davidovsky, alumno de Aaron Copland; el húngaro György Ligeti, compositor de cabecera de las películas de Stanley Kubrick; los compositores Karlheinz Stockhausen, Luciano Berio y Jean-Étienne Marie, verdaderas potencias europeas en las vanguardias musicales, y dato curioso, este último fundó en París el Centro Internacional de Investigaciones Musicales y su especialidad era la enseñanza de la obra teórica y musical de Julián Carrillo, motivo por el que muchos mexicanos lo seguimos”.

Las aportaciones del maestro Núñez –galardonado en 2015 por la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) con el reconocimiento Trayectoria 50 Años— han revolucionado la enseñanza de la música en México. En la educación superior, además de haber sido director de la Escuela Superior de Música del INBA, fue creador del Primer Laboratorio de Música por Computadora en México (1987), el Laboratorio de Electroacústica de la Escuela Superior de Música (1980) y el festival La Computadora y la Música (1992). En el campo de la iniciación artística creó el Sistema SIAMA de educación musical infantil, y es autor del libro “Tú, la música y el arte”.

Fue miembro fundador de la Sociedad de Música Nueva, de la Liga de Compositores, de Música de Concierto, S.C. y del Centro de Apoyo para los Compositores de Música de SACM. Es director artístico y creador de la Academia de Ópera y Canto y del Centro de Creación Musical (CENCREM), que alberga al Taller de Composición, en Querétaro, desde 1995.

Entre sus obras emblemáticas se encuentran pirekuas, danza purépecha y microformas, para agrupaciones de cámara; “Timbres”, “La piedra y la rosa”, “No vendrán los años” y “Plegaria para los cuerpos”, para orquesta sinfónica, además de una vasta producción de música electrónica y por computadora en la que destacan “Juegos sensoriales”, “Encuentros”, “Belkiana”, “Bostelmanniana”, “Cantos y memorias”, “Tamara” y “Entre las luces”.