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Castro Ricardo
Hijo del diputado federal Vicente Castro y la señora María de Jesús Herrera, Ricardo Castro, figura clave entre los pianistas mexicanos de finales del siglo XIX y principios del XX, nació el 7 de febrero de 1864 en la Hacienda de Santa Bárbara, municipio de Nazas, Durango.
Fue inscrito a los seis años en clases de música con el maestro Pedro H. Cisneros. Sus dotes para tocar el piano hicieron que la familia se trasladara a la Ciudad de México, donde ingresó a los 13 años al Conservatorio Nacional de Música (CNM), del que años más tarde fue director.
Juan Salvatierra y Julio Ituarte fueron sus maestros de piano, mientras que Melesio Morales lo fue de armonía y composición. Concluyó en la mitad del tiempo el programa de estudios de diez años en el CNM e inició su carrera como concertista y compositor aun antes de concluir.
A los 16 años ganó un premio como pianista en la Exposición de Querétaro y otro como compositor en la Exposición de Veracruz. A los 19 años, en 1883, finalizó su Primera Sinfonía en Do menor titulada “Sagrada”.
De acuerdo con la especialista Aurea Maya, del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Música (Cenidim), la obra del maestro Castro tiene influencia de la música clásica francesa y de su admirado Federico Chopin. A su vez, Castro influyó en compositores como Manuel M. Ponce.
Fue becario por el gobierno de México para estudiar en varias ciudades de Europa, donde impartió cursos, conferencias y conciertos. Junto con Gustavo Ernesto Campa, Juan Hernández Acevedo y Pablo Castellanos, fundó el Instituto Musical Campa Hernández Acevedo, donde impartía clases teóricas y prácticas de piano.
También fue fundador, al lado de otros compositores, de la Sociedad Anónima de Conciertos, con la cual estrenó varias obras para piano y orquesta, y de la Sociedad Filarmónica Mexicana, creada para la difusión de la música de cámara; dirigió el Conservatorio Nacional de Música y Declamación. Formó parte del llamado Grupo de los Seis.
Fue de los primeros artistas en realizar giras artísticas por toda la República Mexicana, transportando en tren el piano que le regaló el director del periódico “El Imparcial”, además de presentarse en escenarios de Estados Unidos y Europa.
Valses, polonesas, mazurkas, ópera, música de cámara, sinfonías, un concierto para violonchelo y orquesta, el cual fue estrenado en Amberes, Bélgica, así como un concierto para piano y orquesta, el primero escrito en América Latina, figuran entre otras las obras del compositor Ricardo Castro.
El vals “Capricho”, las óperas “Atzimba”, “La leyenda de Rudel”, “Don Juan de Austria”, “Satán vencido” y “El beso de la Rousalka”, son algunas de sus composiciones.
En 2014, con motivo del 150 aniversario de su natalicio, se hizo la reposición del segundo acto de la ópera “Atzimba” –a cargo del compositor Arturo Márquez—, partitura que se perdió en 1957 durante la presentación que se hizo de la obra con motivo del cincuenta aniversario de su fallecimiento.