#Escenario
Mano a mano de arias de ópera y canción mexicana en noche íntima con Ramón Vargas. Esta tarde vi llover y El triste aclamadas de pie
Un íntimo y emocionado Ramón Vargas fue ovacionado de pie por el público en una velada histórica, donde arias de ópera, canción napolitana y creaciones de México “iluminaron de inmenso” el Centro Cultural Roberto Cantoral.
En uno de los momentos más esperados de la noche, el Maestro Armando Manzanero subió al escenario e interpretó con el tenor Ramón Vargas dos piezas de la autoría del compositor yucateco: Contigo aprendí y Esta tarde vi llover. Vargas, sin contener sus sentimientos, dijo: "Cantar al lado de Armando Manzanero es el honor más grande que puedo tener".
La creación mexicana se encumbró a su máxima expresión cuando una de las voces más bellas y reconocidas del mundo interpretó “El triste” de Roberto Cantoral, provocando los aplausos y el llanto, incluso, de la gente. El belcantista explicó al público que cantar esa pieza en especial era una deuda que tenía con el maestro Cantoral: "Ya no alcancé a cantarle 'El triste' a Roberto Cantoral, esta noche se la dedico".
Una velada de complicidades con el experimentado pianista Ángel Rodríguez, excelso acompañante de la ópera de Bellas Artes, que con sus arreglos del Cancán de la Bikina de Rubén Fuentes y Los paraguas de Cherburgo de Michel Legrand, proclamó como “suyo” el gran piano Yamaha CFX al que ha dedicado innumerables horas de ensayo.
Así, con el virtuosismo de Rodríguez, el tenor desplegó en el foro de Coyoacán un repertorio dividido en dos partes.
En la primera de ellas, Vargas eligió la tersura de la música italiana, con un conjunto de temas que comenzó con Il mio bel fuoco. Antología italiana, de Benedetto Marcello; para continuar con Il mio tesoro intanto. Opera Don Giovanni, de Wolfan A. Mozart; Angelo casto e bel. Opera Il duca d’Alba, de Gaetano Donizetti; Tema de amor. Los paraguas de Cherburgo, de Michel Legrand (arrg. Ángel Rodríguez); Chiove. Napolitana, de Evemero Nardella; y Parlami d'amore Mariù. Napolitana, de Andrea Bixio. Además de Dicitencello vuje. Napolitana, de Rodolfo Falvo; y Passione. Napolitana, de Ernesto Tagliaferri y Nicola Valente.
La cercanía con el bel canto italiano, la explica el pianista Ángel Rodríguez: “Ramón [Vargas] fue amigo y alumno de Giuseppe di Stefano, de quien aprendió la interpretación de la música napolitana. Su repertorio es único, lo maneja con mucha disciplina, solvencia y elegancia”.
Asimismo, hay que recordar que Vargas es uno de los contados tenores que han hilvanado dos recitales en la legendaria Scala de Milan.
Por su parte, Ramón Vargas aceptó tener su corazón escindido entre las arias napolitanas y la música tradicional mexicana, "pues ambas son muy emotivas".
Después del intermedio, el tenor mexicano regresó al escenario con el entusiasmo que le caracteriza para ahondar en sus raíces, en el repertorio de la música tradicional mexicana.
Un ritmo reconocible se percibió en el Roberto Cantoral cuando Vargas comenzó la segunda parte del concierto con tres piezas del compositor zacatecano Manuel M. Ponce: A la orilla de un palmar. Estrellita y Lejos de ti.
El recital siguió con Tengo nostalgia de ti de Ignacio Fernández Esperón (Tata Nacho); El cancán de la Bikina de Rubén Fuentes, con arreglo de Ángel Rodríguez; dos temas de María Grever: Alma mía y Despedida, y Bésame mucho de Consuelito Velázquez.
Hace tres años, Vargas abrió el escenario del Centro Cultural Roberto Cantoral a la ópera; este concierto la refrenda como una de las salas de concierto de mejor acústica y cercanía con el público: “Un referente obligado de la vida cultural del país”, en palabras del tenor.